Sofrosine

Katharsis, anagnórisis, sofrosine e hipócrita.

Καταρράκτη      ἀναγνώρισις      σοφροσίνη       ιπποκρίτης

Katharsis: Purificación emocional corporal, mental y espiritual. Mediante la experiencia de la piedad y el temor, los espectadores de la tragedia experimentaran la purificación del alma de las pasiones.

Anagnórisis: Recurso narrativo que consiste en el descubrimiento por parte de un personaje de datos esenciales sobre su identidad, sus seres queridos o su entorno, ocultos para él hasta ese momento.

Hipócrita: En el teatro griego era simplemente el que portaba dos máscaras para hacer dos personajes diferentes en una tragedia.

Sofrosine: la calma. Excelencia de carácter y solidez de la mente.  Autocontrol, moderación o templanza.

Cuando llevas tiempo impartiendo clases, yendo al teatro y cuestionándote acerca de él, surgen preguntas sobre su origen, y por qué sigue siendo tan importante en mi vida, y en la de muchas personas.

No solo el hecho de hacer teatro, sino que el acto de asistir a su representación se convierte en algo esencial.

Hacer teatro…. Interpretar, encarnar, entrar en trance… ¿Por qué seguimos queriendo experimentar, sentirnos otra persona, ¿por qué seguimos queriendo contar historias?  Y en el otro lado: ¿por qué nos engancha de ese modo la experiencia de compartir emociones con otras personas que no conocemos cada vez que vamos al teatro? Nos sentamos en la butaca llenos de expectativas, la emoción cuando se apaga la luz. ¿qué viaje voy a realizar?, ¿adónde me va a llevar? y ¿hasta dónde me va a remover? ¿hasta dónde me lo voy a permitir? Y siempre deseo que sea muy lejos y que me mueva hasta las entrañas.

Yo no soy creyente, pero os aseguro que en la sala de ensayos o en una sala de teatro, se produce algo espiritual: Magia.

¿De dónde nos viene esta necesidad? Eso es lo que me pregunto, y a la vez me maravillo de que la tecnología a la que tenemos hoy en día alcance y todos los productos para crear experiencias excitantes no hayan terminado con algo tan sencillo como alguien en un escenario con una luz, grande o pequeña, contándote una historia.  La experiencia teatral sigue siendo única.  Somos contadores de historias. Y la energía de la emoción y el pensamiento colectivos engancha. Y hacerlo mucho más.

Para los griegos el teatro era una parte esencial de su vida. Se celebraban las grandes dionisiacas, varios días donde todo tipo de obras eran representadas y todos acudían al teatro, estaban muchas horas, se relacionaban, aprendían sobre ellos mismos y sus historias, era una experiencia compartida a la que todos tenían derecho, porque lo consideraban un bien para la sociedad.

¿Qué nos queda de nuestros antepasados?, de los griegos ¿cuánto tenemos que aprender?. ¿Qué recorrido hay del teatro?.

¿Cuánto queda por hacer?, ¿qué nuevas cosas llegarán?

EL teatro surgió de una fiesta: el ditirambo.  Me gusta pensar el acudir a un lugar de representación que sigue siendo algo festivo, donde unos actores que entran en trance. Trance no en el sentido extraordinario sino algo casi cotidiano para ellos pero que no deja de ser un momento mágico, pues un actor en plena representación se convierte de verdad en el personaje. Piensa, se comporta, siente, ve, huele, y acciona como él.

Nos queda mucho de todo eso. Aunque el mundo haya avanzado muchísimo en otros aspectos, la esencia del teatro sigue siendo la misma.

Puede haber espectáculos con luces, vídeos, maquinaria, efectos impresionantes, pero también hay otros sencillos en las que un actor te pone los pelos de punta sin nada más que un escenario vacío.  Y eso es lo maravilloso de teatro, la cantidad de posibilidades expresivas y poéticas diferentes que te ofrece. Tiene un lenguaje propio.

Y demos gracias a los creadores que están en una búsqueda constante de encontrar el modo de sorprendernos de nuevo. Y lo consiguen muy a menudo.

Agradecer también al público esa apertura, cuando se sienta en la butaca está deseando entrar en tu historia, se lo quiere creer, está deseando compartir contigo ese viaje. Eso nos permite a los actores licencias poéticas maravillosas. Lo compruebo en cada muestra de la escuela, siempre hay algo que el alumno/actor duda si se entenderá, pero el espectador comprende, está a tu lado. Y siempre ha sido así.

El teatro se reinventa en cada obra, así mismo la forma de interpretar o encarnar a los personajes ha ido variando a lo largo de la historia y cada actor va encontrando su propio estilo. Eso hace que nunca veas lo mismo, aunque el libreto tenga cientos de años.

Hay aspectos que se mantienen como el coro griego antiguo; En el teatro griego el coro se utilizaba para cuestionar a los personajes, como la voz del autor, o del público.  Eso hoy en día se utiliza constantemente, aunque no lo reconozcamos con ese nombre. voces en off, monólogos donde uno mismo se pregunta por el sentido de lo que está haciendo, o incluso personalizado en uno de los personajes, que se pasa toda la obra molestando y cuestionando al protagonista.  

Katharsis, hipócrita y anagnórisis.  ¿Cuantas palabras incluso se siguen utilizando hoy en día que vienen del teatro?  Muchas más de las que pensamos.


¿Qué nos queda de los griegos? Mucho. Todos los dramas de hoy en día tiene mucho de las antiguas tragedias griegas.  Esos seres que se creían que el Agón, en el destino, que nada podían hacer por cambiar lo que estaba escrito…Quizás nos cuesta ver que no somos víctimas de los acontecimientos, que tenemos salvación, que podemos escapar a la tragedia, pocos personajes son capaces de escapar y adaptarse a las nuevas situaciones. Eso les convierte en más griegos que nadie.

Esos personajes sufren, pero en el teatro, a los actores, en general, nos encanta poder representarlos. 
Sabemos que los personajes nunca se curan, sus heridas son arrastradas durante toda su existencia, como un papel rasgado, doblado o quemado. Eso les confiere un personalidad interesante, poliédrica y compleja, que a los actores les encanta desentrañar y mostrar utilizando todo su arte para resultar hipnóticos para el público. 

EL teatro griego nos ha dejado grandes tragedias que hoy en día se siguen representando. Personajes despechados que matan a sus propios hijos como Medea… pero no hace falta que sean escritos hace 2500 años, muchos de los personajes de muchas de las obras actuales son auténticos griegos, y de ese sufrimiento podemos ver reflejado una parte de nosotros y sentirnos héroes cuando recuperan el equilibrio.

No perdamos al griego que llevamos dentro, para sentir con intensidad, para ser permeables a lo que ocurre a nuestro alrededor, para tener momentos de anagnórisis tan profundos que cambien nuestra vida, para contener la hybris y dejar de ser hipócritas, consigamos la sofrosine y seamos felices.  Y a la vez, consigamos salir de ese laberinto, usemos nuestra creatividad, no permitamos que decidan por nosotros. Vivamos el teatro, disfrutemos con él y dejemos que cambie el mundo como siempre lo ha hecho. Y a esos espectadores que nos permiten trabajar con libertad: GRACIAS.

PRESENCIA

categoría:  reflexiones de una teatrera

 

Presencia= Peso, fuerza, intensidad, magnetismo, verdad.

Entras al escenario y no hablas, solo miras… y el público no puede evitar mirarte, se siente intimidado y sigue cada movimiento que haces como si de ello dependiera la obra, nadie quiere perderse ni un detalle, no vaya a ser que sea crucial, y cuando abres la boca, cada una tus palabras parecen tener la verdad, la fuerza absoluta. Se hace un silencio total cada vez que haces una pausa, nadie respira…

Todos creen lo que dices, no se cuestiona, sí, están en tus manos.

Y es cierto, nos tienen a su merced.

Eso es la presencia, algo difícil de explicar, y aún más complicado de enseñar.

Hay actores que la tienen prácticamente de un modo natural, pero que nadie se desanime si piensa que no la tiene, quizás no consigue la fuerza de Sean Connery o de Liam Neeson tan fácilmente, pero tendremos la suficiente como para ser capaces de ser los que dirigen.

Ser actor en algunos momentos se parece mucho a ser un director de orquesta, tienes que atrapar al público y luego, dirigir un poco su mirada y su pensamiento. Les acelero, les pauso, les emociono…

Con ello no estoy diciendo que el publico no sea capaz de pensar, que sean como borregos a los que voy llevando por donde yo quiero, en absoluto, de hecho, pienso que el teatro mejor es el que te despierta preguntas, el que te deja huecos que tienes que rellenar luego tú.

El verfremdungseffeck (efecto de distanciamiento) de Brecht, pretendía tener a un público pensante, activo, a base de parar la obra, de romper la cuarta pared, de meter canciones, de contar lo que va a ocurrir incluso antes de que ocurriera o narrarlo después, mezclar narradores con acciones… etc. De ese modo el público, eso pensaba, tendría que darse cuenta de que estaba dentro de una obra y dejaría de entregarse tanto emocionalmente como para permitirse pensar al tiempo que disfrutaba de la obra. Pretendía educarnos, pues dejas de ver el caso concreto de los personajes y entiendes más el problema social que te puede estar presentando. Pero lo cierto es que cuando el teatro está bien interpretado, ya puedes hacer lo que quieras, hablarnos, insultarnos, darnos la espalda, callarte…que el público está dispuesto y entregado. Eso es lo bueno y lo malo.

Por cierto, durante muchísimos años en el teatro no se podía dar la espalda, era tan terrible que, en Francia, un belga nacido en 1888 llamado Antoine, creo el teatro libre también llamado el “teatro de espaldas” y el público llegaba a irse del teatro pues se sentía insultado.

Pepa Aniorte, ex alumna de la escuela, en una charla con nuestros alumnos le decía que tuvieran calma, y salieran tranquilos a escena,  porque el público que acude al teatro, siempre quiere que la obra sea maravillosa, desde que ya saben que van a acudir al teatro empiezan a prepararse, por lo que hayan oído, por alguna imagen que hayan podido ver, por un comentario de otro espectador…  y van creando unas expectativas, casi siempre buenas, puesto que han decidido ir a ver la obra, y harán todo lo posible para que se cumplan. De modo que suelen estar a nuestro favor, y no en contra como, por los nervios que presentan antes de salir a escena muchos actores, parecen creer.

El público quiere sufrir contigo, emocionarse, que les cuestiones, que les revuelvas, que a veces no sepan muy bien que piensan al respecto… pero está claro que están con nosotros. Allí, construyendo ese espacio mágico que es un teatro.

Cuantos más años eres actor, más presencia tienes… esta máxima suele ser cierta.

Tened confianza… sé que, aunque es una sola palabra, no es tan fácil aumentarla, y  entonces mi consejo a los que empezáis es; paciencia y ensayos, ensayos, y más ensayos.  Nada aporta mas confianza que el saber lo que estoy haciendo y para saber lo que estoy haciendo hay que prepararse bien, antes de los ensayos, durante los ensayos y antes de la representación. A Darío Frías le preguntaban en una charla algún truco para vencer los nervios y dijo: ir preparado y ensayado. Y no hay mucho más.

Y nada te aporta más presencia que la confianza.

Es cierto que no todos somos iguales, y que no todos los personajes exigen el mismo nivel de presencia, pero en lo que creo que estamos muchos de acuerdo es en que un actor tiene que tener esa presencia que te da el confiar en tu trabajo.  Y esa confianza se va traduciendo en lo que digo siempre, libertad para probar y arriesgarme.  Eso te aportará verdad.

Y para finalizar, pienso que para tener presencia fuera del escenario, que también se necesita, el mejor consejo es ser uno mismo, cuando no tienes miedo de ser como eres, y cuando eres tú mismo es imposible hacerlo mal, y eso también aporta confianza. (yo tengo 54 años y estoy todavía en ello, pero me voy acercando poco a poco, y este blog es una muestra de ello.)

En definitiva: presencia, dentro del escenario, ensaya mucho y fuera del escenario, sé tu mismo.

Animo a todos. Y mucho amor.

saber que ser puede /querer que se pueda/ quitarse los miedos/ sacarlos afuera y pintarse la cara color esperanza

 

flexibilidad 2. Inspiración…¿dónde andas?

Un actor tiene una línea divisoria muy frágil entre él y su personaje.

Es como bucear…estoy bajo el agua con una percepción un tanto irreal de lo que me rodea y sobre todo de lo que está fuera del agua…de vez en cuando necesito salir al exterior y coger aire, de ese modo mi mente chequea que todo está en orden, que no he hecho daño al otro, que estoy en el lugar adecuado del escenario, que he dicho mi texto… pero a veces, estoy mas tiempo del habitual y llevo hasta el limite mi capacidad pulmonar, buceo, buceo, buceo y estoy feliz…estoy en las profundidades con mi personaje…  y eso engancha. Estoy inspirado solemos pensar.

La inspiración hay que cuidarla, hay que darle de comer, hay que mimarla, escucharla…sino se irá hacia otro lado.

Hay gente capaz de imaginar el resultado en la mesa de trabajo y otros, entre los que me incluyo, que por más que llevemos todo preparado, escrito, pensado, dependemos tanto de las personas, y de todo lo que nos aportan en cada ensayo, que estas casi obligado a volver a empezar.

Aun así…siempre llevo todo preparado, la inspiración no puede llegar si no tiene donde apoyarse, aunque sea para desbaratarlo todo y ponerlo del revés.

Anne Bogart decía, casi como un chiste, que a menudo uno pasa todos los ensayos arreglando lo que ocurrió mal en el primero… Yo opino que hay mucha verdad en ello.

Para que en un ensayo surja la chispa hay que crear un ambiente de creatividad, permitirte no criticar, que los actores se sientan libres, no juzgados, un momento en que todo vale.

Y cuando surja una idea, una chispa, ÚSALA, DALE FORMA, CÁMBIALAContinuar leyendo «flexibilidad 2. Inspiración…¿dónde andas?»

En busca del impulso perdido

                          Normas usos y costumbres de la sociedad moderna

 

Cuando un actor comienza a prepararse, yo siempre recomiendo que conecten con el niño que llevan dentro, ¿por qué? Porque un niño tiene vivencias  y  sensaciones por primera vez,  porque se sorprende con lo nuevo, porque experimenta, porque no se aburre (o al menos antes no se aburrían, quizás con la tecnología haya cambiado eso), porque se entusiasma, porque se entretiene, porque utiliza su imaginación y sobre todo:

porque sigue sus impulsos.

Al mismo tiempo les pido que piensen en la locura, pero no para perder la lucidez y no poder pensar, sino buscando la obsesión que permite centrarse en lo que haces, anular las distracciones, poner los cinco sentidos en la misma dirección y de nuevo: seguir impulsos.

¿Nos es cada vez más difícil conectar con nuestras necesidades, nuestros deseos y en definitiva nuestros impulsos?

Mi marido es coach y a menudo me cuenta la dificultad de muchos en saber lo que quieren, en generar objetivos y decidir hacia dónde quieren ir…

Me parece curioso que el problema no sea tanto el conseguir las cosas como el saber lo que me apetece.

Pues bien, eso ocurre a menudo en escena, en los ensayos, en los ejercicios.

Los actores sabemos muy bien hacer un análisis de texto, subdividimos todo en unidades, decidimos los sucesos que marcan las diferencias y nos ayudan a encontrar los matices y evolución, y ponemos objetivos o tareas con un ¿qué hago?, ¿para qué lo hago? Y todo queda allí escrito, lleno de anotaciones y colores, para poder trabajar, pero… luego ¿consigo la organicidad?, ¿consigo que eso sea creíble?, ¿consigo que haya un proceso interno que me ayude a que sea fresco, natural y con verdad?

Pues no siempre… y en gran parte esa falta de organicidad es la falta de conexión con nuestros impulsos. Continuar leyendo «En busca del impulso perdido»

Enganchados a la emoción . (yonkies de la emoción).

Ivan en clase de cuerpo con Ugne Dievaityte

Como actores, estamos enganchados a la emoción. Todos los actores tenemos una tendencia natural a sobrevalorar la emoción en escena… cuando conseguimos llorar de verdad por ejemplo, ya da igual que el ritmo no haya sido el adecuado, o que no hayamos respetado movimientos fijados, incluso si he fallado en el texto… nosotros nos sentimos satisfechos con el trabajo, y esperamos felicitaciones de los compañeros y aplausos del público…somos esclavos de ese instante en que conectamos con el personaje y  toda la emoción fluye…uffff… es, para que los que no son actores lo entiendan…como un orgasmo.  Es la guinda del pastel ¡

Pues en estos últimos años he estado dándole muchas vueltas al respecto… ¿es necesario poner tanto empeño en ello? ¿todo lo demás no importa si consigues que la emoción fluya? ¿hasta qué punto hipoteco todo mi aprendizaje a practicar y conectar emocionalmente? …

Yoshi Oida (ya me habéis oído hablar de él en otras ocasiones. Escritor japonés del actor invisible, por ejemplo) propone que en realidad no se puede trabajar la emoción en si misma, lo que se trabaja es la velocidad de la acción, que se traduce en la intensidad de la acción o la conciencia de la acción.

Defiende que una acción, la misma, simplemente cambiando la velocidad, el tempo, hace que varíe la emoción que muestra. Eso es muy fácil de comprobar y totalmente cierto… y eso nos hace cuestionarnos… ¿está la emoción muy sobrevalorada? ¿un actor que solo domina sus emociones es un actor completo?

La respuesta parece evidente: sí, y no Continuar leyendo «Enganchados a la emoción . (yonkies de la emoción).»

kuroko

 

KUROKO

kuroko (黒子),

“…personajes del teatro japonés.  Van siempre vestidos de negro y son considerados hombres invisibles. Ayudan a vestir, colocar la ropa, dar objetos…etc a los actores que en ese momento están actuando.”

Me gustaría convertirme, en muchos aspectos, en uno de ellos. Ser capaz de acompañar, apoyar, ayudar, encauzar, y dirigir a los actores que están aprendiendo para que se sientan seguros y protegidos en su trabajo.

Ser invisible, aunque de momento necesario para ellos.  Conseguir que se sientan confiados y respaldados. Que sean mejores actores, que se sientan fuertes como para poder desarrollar todo su potencial.  ¿Y todo ello con el sentimiento de facilidad, sin presión, sin asperezas… se puede?

Ser el padre que te sostiene la bicicleta cuando estás aprendiendo pero que en realidad solo está para infundirte confianza y ánimo.

Ser profesora de interpretación algo que me ha hecho feliz toda mi vida, Continuar leyendo «kuroko»

el teatro es un arte vivo

 

A lo largo de mi carrera como profesora de interpretación he ido evolucionando y descubriendo nuevas herramientas, autores y estudiosos que han ido transformando mis clases.

Los propios alumnos a menudo hacen que los conceptos y las bases de la enseñanza vayan cambiando.

En uno de los cursos que impartimos en metrópolis, el laboratorio de estilos teatrales, hemos decidido estudiar a alguien relevante en el mundo del teatro cada trimestre y ponemos todo nuestro empeño en aplicar sus técnicas y descubrir qué aporta a todo lo que ya sabemos y cómo mejora nuestra actuación.

Tengo que reconocer que este último año ha sido revelador, el primer encuentro ha sido con

Anne Bogart ha conseguido calarnos hasta el fondo. Nos ha aportado presencia y escucha de tal modo que ahora me parece imposible no haber utilizado sus técnicas antes.

La conocí personalmente en un curso el pasado verano en la Bienalle de Venecia y empecé a familiarizarme con su técnica desarrollada en su compañía SITI COMPANY.

Ha simplificado lo que antes costaba mucho tiempo hacer comprender al actor y sobre todo experimentar.  Continuar leyendo «el teatro es un arte vivo»