kuroko

 

KUROKO

kuroko (黒子),

“…personajes del teatro japonés.  Van siempre vestidos de negro y son considerados hombres invisibles. Ayudan a vestir, colocar la ropa, dar objetos…etc a los actores que en ese momento están actuando.”

Me gustaría convertirme, en muchos aspectos, en uno de ellos. Ser capaz de acompañar, apoyar, ayudar, encauzar, y dirigir a los actores que están aprendiendo para que se sientan seguros y protegidos en su trabajo.

Ser invisible, aunque de momento necesario para ellos.  Conseguir que se sientan confiados y respaldados. Que sean mejores actores, que se sientan fuertes como para poder desarrollar todo su potencial.  ¿Y todo ello con el sentimiento de facilidad, sin presión, sin asperezas… se puede?

Ser el padre que te sostiene la bicicleta cuando estás aprendiendo pero que en realidad solo está para infundirte confianza y ánimo.

Ser profesora de interpretación algo que me ha hecho feliz toda mi vida, es un trabajo en los que muy a menudo uno no siente que esté trabajando, lo sé, soy una privilegiada, aunque tengo que reconocer que no es siempre fácil.  Mis alumnos me dan tanto, que me exijo devolverles esa felicidad tratando de que cada uno de ellos sea la mejor versión de si mismo.

Enseñar lo básico es sencillo; aprender a escuchar, a respirar, a sentir… rápidamente comprenden y experimentan que lo que hacen en escena es mejor y más creíble, lo sienten ellos y lo ven todo los demás. Pero conforme se va avanzando la dificultad fundamental en mi caso es que lo que yo considero la interpretación un arte, y un arte hace que sea todo siempre subjetivo.

El arte depende de la mirada del espectador. Algo bello para unos es terrible para otros o aburrido. A menudo llego a la conclusión de que depende mucho del ritmo. Y es evidente que el ritmo está unido a la edad del espectador y a su cultura.

Recuerdo haber visto hace años un festival de teatro polaco y en ese momento la mayoría de las piezas representadas se me hicieron muy lentas, faltas de ritmo. El teatro japonés, por ejemplo, parece que no avanza, viendo representaciones de kabuki el verano pasado a menudo me parecía estar viendo de nuevo lo mismo, o las poses que adoptan “mie”, para que les aplaudan.  Es muy cultural.

Todo esto me lleva a que no es fácil hacer comprender al alumno lo que yo considero un error, o algo a mejorar.  Que el tempo que ha elegido para determinada escena no es adecuado, que es rápido, o muy lento… que para marcar un suceso hay que variar el ritmo, que no puedo continuar una escena si no he terminado y asumido el bloque anterior, pero la experiencia me gratifica con cientos de alumnos que me dicen entenderlo y cómo eso ha cambiado su modo de ver la interpretación.

Yoshi oida ya decía que no era posible emocionarse, o trabajar las emociones, que todo dependía únicamente de la velocidad a la que se realizaba una acción. La misma acción o actividad, sin variar nada de nada, pero realizada a dos velocidades diferentes se convertían en la representación de una emoción distinta.

¿En fin, todo esto es una parte de la interpretación, pero volvamos al koruko… es posible que ellos crezcan sin apenas darse cuenta, sin sufrimiento, con alegría, pero con eficacia?… lo deseo de verdad.

En lo que me centro cada día de clase es en conseguir objetivos.  De vez en cuando alguno me dice que sea más dura, me pide que sea “mala”, que le corrija con dureza. El actor está tan expuesto que no se merece ser machacado y además, vuelvo a la subjetividad… lo que yo veo es la verdad? ¿La verdad absoluta? No estoy segura.

Encontrar las palabras de ánimo, o que le permitan ver desde otro lado una escena, a la vez que corriges las tensiones o las elecciones que no consideramos correctas o que nuestra experiencia nos hace pensar que se puede mejorar, o que se puede contar lo mismo de un modo más artístico o interesante, eso es en lo que me esfuerzo cada clase.

El teatro no siempre es la vida, como piensan muchos de los alumnos que llegan el primer año, el teatro es poner una lupa sobre determinados aspectos de la vida. Para ello los personajes tienen que ser seres libres… y esa libertad con la que nuestros personajes actúan los hace terriblemente atractivos.

Que los actores se sientan lo suficientemente seguros y protegidos como para investigar en su creatividad es mi objetivo cada día, eliminar bloqueos, miedos, relajar el cuerpo, relajar la mente y relajar las emociones para poder ver todo, escuchar todo y tomar decisiones sin dudar… eso es lo que les hará grandes.

Esa grandeza es la que le deseo a todos mis alumnos y la que estoy convencida de que la van a conseguir si se sienten seguros.

Por eso me gustaría actuar como una kuroko… siempre a la sombra, pero apoyando y dándoles la fuerza que necesitan. ojalá lo consiga.

Fuerza y amor

Clara Cosials

 

 

 

 

 

 

 

 

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